Durante décadas, el nombre de Carlos Muñoz Ferrada ha circulado en los rincones más enigmáticos de la historia científica. Nacido en Chile en 1909, este astrónomo y geofísico afirmaba tener una capacidad única: predecir terremotos y movimientos astrales observando únicamente el cielo.
Pero entre todas sus predicciones, hubo una que aún hoy sigue estremeciendo a los investigadores: la del “Cometa-Planeta”, un cuerpo celeste híbrido que —según él— podría algún día alterar el destino de la Tierra.
Un científico adelantado a su tiempo
Carlos Muñoz Ferrada no era un adivino ni un místico. Era un científico formado en astronomía y geofísica, conocido en su época por su precisión al calcular trayectorias de cometas y órbitas planetarias. Sus seguidores lo describían como un “genio incomprendido”, mientras que sus críticos lo tachaban de visionario exagerado.
Sin embargo, los registros históricos muestran que predijo con acierto varios terremotos en Chile y Centroamérica, basándose en lo que él llamaba geodinámica celeste: una teoría que relacionaba la posición de los cuerpos astronómicos con las tensiones geológicas de la Tierra.
No hablaba de magia ni de intuición, sino de física gravitacional y resonancia orbital.
El nacimiento del “Cometa-Planeta”
En la década de 1940, Muñoz Ferrada sorprendió al mundo con una declaración inquietante: había detectado la presencia de un astro desconocido, al que denominó Cometa-Planeta. Según su descripción, se trataba de un cuerpo híbrido —con la masa de un planeta gigante, pero con la órbita elíptica y errante de un cometa— que viajaba entre el Sol y un supuesto cuerpo invisible al que llamó el “Sol Negro”.
De acuerdo con sus cálculos, este objeto se desplazaba a velocidades asombrosas, hasta 300 kilómetros por segundo, y en algún momento pasaría a solo 14 millones de kilómetros de la Tierra —una distancia cósmicamente corta— capaz de alterar el campo magnético del planeta.
Muñoz Ferrada advirtió que su paso provocaría terremotos, erupciones volcánicas y tormentas colosales, especialmente en una zona que bautizó como el “triángulo catastrófico”, comprendido entre Chile, España y Sumatra.
Silencio y escepticismo
La comunidad científica de su tiempo desestimó sus afirmaciones. No había evidencia de tal cuerpo celeste, y la existencia de un “Sol Negro” sonaba a pura ciencia ficción. Sin embargo, las predicciones de Ferrada sobre terremotos posteriores en Chile despertaron curiosidad, haciendo que muchos se preguntaran si realmente había descubierto una relación entre los movimientos planetarios y la actividad sísmica terrestre.
En los años noventa, con la llegada de Internet, sus conferencias y cálculos reaparecieron en documentales y foros. Algunos lo compararon con Nikola Tesla o con los antiguos astrónomos mayas. Otros lo señalaron como el primer hombre que advirtió sobre un objeto similar a “Planeta X” o “Nibiru”, teorías modernas que también hablan de un cuerpo errante en los confines del sistema solar.
¿Predicción científica o mito moderno?
Hoy en día, la NASA y los principales observatorios astronómicos no han encontrado evidencia concreta del “Cometa-Planeta”, aunque sí han confirmado la existencia de objetos transneptunianos con órbitas irregulares —lo que algunos ven como una pista a favor de las ideas de Ferrada.
Además, su concepto de que las fuerzas gravitacionales pueden influir en la actividad sísmica ha ganado cierta atención en la geofísica contemporánea, aunque aún se considera especulativo.
El legado del hombre que miró el cielo
Más allá de las teorías o las controversias, lo que hace fascinante a Carlos Muñoz Ferrada es su visión poética de la ciencia. Veía el cosmos no como un conjunto de datos fríos, sino como un sistema vivo, interconectado, donde cada movimiento celeste podía tener repercusiones en la Tierra.
Sus palabras resuenan como una advertencia y un recordatorio: “El cielo habla a quien sabe observarlo.”
En un mundo donde la frontera entre ciencia y misterio sigue difuminada, su figura vuelve a cobrar relevancia. Algunos lo consideran un pionero olvidado; otros, un profeta científico cuyas ideas solo podrán entenderse cuando la humanidad mire el universo con nuevos ojos.
Una pregunta que sigue abierta
¿Existió realmente ese “Cometa-Planeta”? ¿O fue solo una metáfora de lo que aún no comprendemos del cosmos?
Lo cierto es que, mientras la humanidad siga observando el cielo en busca de respuestas, el legado de Carlos Muñoz Ferrada continuará vivo —como una chispa entre la ciencia, la fe y el misterio eterno del universo.